Tuesday, January 20, 2015

Homilía para el martes, 20 de enero 2015– Feria

Martes de la Segunda Semana en el Tiempo Ordinario

Memoria opcional de San Sebastián, Obispo y Mártir

Lecturas del día: Hebreos 6:10-20; Salmo 110:1-2, 4-5, 9-10c; Marcos 2:23-28

Readings of the day: Hebrews 6:10-20; Psalm 110:1-2, 4-5, 9-10c; Mark 2:23-28

Di esta homilía en la Parroquia San Juan de Dios, Santa Marta, Magdalena, Colombia. This homily was given at San Juan de Dios (St. John of God) Parish, Santa Marta, Magdalena, Colombia.


¿Alguna vez ha estado difícil mantener su paciencia? ¿Hay situaciones viviendo nuestra fe o en nuestras relaciones los unos con los otros en que mantener la paciencia es un desafío? ¿Una vez o varias veces alguien nos ha prometido algo, y ha cumplido su promesa solo después de un tiempo largo o nunca ha cumplido su promesa? Esto también desafía nuestra paciencia.  

Dios se presenta notablemente en nuestra primera lectura, de la carta a los Hebreos, como alguien que siempre y a través de mucho tiempo nos hace promesas. Dios había prometido a Abraham: “Te llenaré de bendiciones y te multiplicaré abundantemente.” Tal vez conocemos la historia de Abraham: Paso mucho tiempo antes que cumplió su promesa de dar a Abraham y Sara un hijo; una descendencia.

La lectura que escuchamos hoy nos invita de mantener nuestra paciencia con Dios. Nuestro Dios sí ha cumplido con su promesa a Abraham de darle una descendencia. Abraham está reconocido como nuestro antepasado en la fe porque mantuvo siempre su paciencia con Dios; su esperanza que Dios, eventualmente, cumplirá su promesa a él.

Como a Abraham, Dios nos ha hecho una promesa. Es la promesa de siempre ser presente con nosotros. Por una parte, Dios ha cumplido con su promesa. Ha enviado su Hijo, Jesucristo, a vivir, a morir, y a resucitar de entre los muertos. Es la promesa ya cumplida en que habla nuestro Evangelio de hoy, de San Marcos. Jesucristo está con nosotros, el Señor del sábado; el creador y redentor Dios hecho ser humano como nosotros.  Por otra parte, estamos todavía. Por otra parte, esperamos todavía el cumplimiento de la promesa de Dios empezada por la vida, muerte, y resurrección de Jesucristo. Esperamos todavía la venida gloriosa de Jesucristo al fin de los tiempos.

En la época en que se escribió la carta a los Hebreos, algunos Cristianos habían perdido su paciencia; su esperanza en la segunda venida de Jesucristo. Era una época de persecución intermitente contra estos primeros Cristianos. Entonces podemos entender como, después de varios años en que Jesús no había regresado para tomar fin a esta persecución y a establecer su reino definitivo en la tierra, algunos de estos Cristianos habían perdido su paciencia; su esperanza; tal vez su fe.

Pero nuestra primera lectura de hoy comparece a la paciencia; la esperanza; la fe que Dios nos invita a mantener con una “ancla del alma.” El otro día, fui a caminar aquí a la Marina de Santa Marta. Vi a varias barcas con pescadores que habían bajado sus anclas para pescar. Ser pescador debe ser uno de las profesiones que necesita lo más paciencia, ¿Sí o no? No obstante este día estaban varios pescadores con sus barcas ancladas en nuestra marina.

Dios nos invita hoy de tener la paciencia; la esperanza de pescadores en nuestras vidas de fe. Dios nos invita de tener entonces bien ancladas nuestras almas: Jesucristo vendrá; el reino de Dios vendrá. Esto es la promesa de Dios, que nunca deja a sus promesas.

No comments:

Post a Comment