Saturday, July 18, 2015

Homilía del domingo, 19 de julio 2015

Decimosexto domingo en el tiempo ordinario

Lecturas del día: Jeremías 23:1-6; Salmo 23:1-3a, 3b-4, 5-6; Efesios 2:13-18; Marcos 6:30-34

Dí esta homilía en la Parroquia St. Frances Xavier Cabrini, Iglesia San Miguel, Rochester, NY.

¿Estás aquí? Esta pregunta es el único texto escrito en una fuente anodina negra sobre un fondo blanco en varias carteleras que ví esta semana pasada manejando desde Nueva York hasta Rochester. Adivino que el efecto deseado de esta cartelera proyecto de arte es de poner en cuestión la expresión que vemos con frecuencia, sobre todo en los mapas: Estás aquí.

¿Estás aquí? Esta pregunta era tan sencilla que fue para mí manejando un poco perturbadora. ¿Estás aquí? ¡Por supuesto estoy aqui! Pero ¿estás aquí de verdad? Sí, estoy aquí, disfrutando del paisaje y de la música en la radio de mi carro, esperando que llegaré a casa sin problemas mecanicos con el carro, pensando del montón de trabajo que tendré cuando finalmente llego a casa… ¡Ay, tengo hambre… Necesito parer y estirarme para evitar el cansancio durante este viaje tan largo! Sí, estoy aquí, pienso yo, pero tal vez sólo al mínimo para manejar bien y atentamente. ¿Una o varias veces hemos experimentado este sentimiento de estar “aquí” pero sólo al mínimo para cumplir bien una tarea?

¿De vez en cuando sentimos como la multitud siguiendo a Jesús según nuestro Evangelio de hoy o como los primeros apóstoles de Jesús? Jesús reconoce a la multitud como si fuera “ovejas sin pastor,” capaces tal vez a responder, “sí,” a la pregunta, ¿“Están aquí”? pero imperfectamente. “Sí estamos aquí, pero con muchas preocupaciones de la vida cuotidiana; sí pero sólo al mínimo para funcionar ‘bien,’ por lo menos al aspecto externo. Sí pero…” Jesús el Buen Pastor invita a este multitud desorientada y cansada por su viaje a descansar; a escuchar y a ser alimentada por su buena noticia y luego fisicamente. El Evangelio de San Marcos nos dice hoy que a esta multitud Jesús “se pusó a enseñarles muchas cosas.”

¿Que enseña Jesús a la multitud? ¿Como para ellos Jesús sirve como pastor? Enseñar es aquí sinónimo de pastorear. ¿Jesús les ha enseñado como promover la paz? En su carta a los Efesios, nuestra segunda lectura de hoy, San Pablo nos dice que Jesús “es nuestra paz.” ¿Que mejor manera de enseñar y ser enseñado sobre la paz que de estar en la presencia de Jesucristo? Jesús no es lider militar. No es élite político o de comercio (esto no es para decir que tener el poder político o la riquesa es malo en si mismo). Pero Jesús es humilde pastor. En él la paz no es un sentimiento o algo a promover si queremos; si satisface a nuestros intereses políticos; nuestra ideologia. Así Jesús “es nuestra paz” y nos enseña la paz. 

¿Jesús ha enseñado a la multitud sobre la justicia? El profeta Jeremías en nuestra primera lectura concibe del Buen Pastor, escogido por Dios desde “el tronco de David,” como pastor justo. El nombre de este pastor, el Mesias según Jeremías, será “el Señor es nuestra justicia.” Entonces la justicia es la característica más importante del pastor quien será escogido por Dios para cuidar de su pueblo.

Y ¿que es la forma de justicia que desea Dios de sus pastores; que desea Jeremías? La justicia “pastoral” es una justicia que cuide sobre todo de los más necesitados: Los inmigrantes y refugiados; los pobres; los desempleados; los enfermos; los que buscan el perdón y la misericordia; los que viven en hogares divididos. Es la injusticia más grande, dice Jeremías, de los pastores que el profeta crítica: No cuidar de estos más necesitados; estos más vulnerables del rebaño de Dios; no cuidar de ellos hasta la compasión para ellos; hasta identificarse con ellos en su alegría como en su sufrimiento; hasta, como ha dicho varias veces nuestro Papa Francisco, tener “el olor de las ovejas.” Es esa la justicia. Es esa la única manera de responder correctamente a la pregunta que ya es más que un dicho agudo en una cartelera en la autopista; que es cuestión fundamental de justicia: ¿“Estás aquí”? ¿Estamos aquí con los más necesitados; los que claman más a nosotros y a Dios por el alivio de su sufrimiento; por el fin de todas formas de violencia; por nuestra presencia amable y pastoral; presencia de Jesús el Buen Pastor a través de nosotros?

No habria sido una sorpresa entonces si Jesús habia enseñado a la multitud siguiendolo sobre lo que es la justicia. Jesús “se pusó a enseñarles muchas cosas.” ¿No es probable que Jesús les ha enseñado sobre lo que es la justicia que quiere Dios de nosotros? La justicia, como la paz, es marca de identificación del Buen Pastor; de todos nosotros. Somos a la vez “ovejas” del rebaño de Dios y pastores llamados a cuidar y amar los unos a los otros; a ser así el imagen auténtico de nuestro Buen Pastor Jesucristo en nuestros hogares; en nuestros lugares de trabajo o estudios; en nuestro país; en nuestro mundo.

Pero todo eso sobre la importancia de ser ejemplos de justicia y de paz; de ser un imagen autentico de Jesús el Buen Pastor, podría darnos la idea peligrosa que ser lider; ser pastor es basado en una actividad constante. O peor, podría darnos la idea que podemos trabajar eficazmente por la justicia, la paz, o cualquier otro valor del Reinado de Dios casi sin compromiso regular a la oración, de vez en cuando solo con Dios y en silencio. Sin Dios ser el tipo de pastor; de lider que desea Dios es imposible.

¿Eso no nos parece obvio? Pero es precisamente el peligro de pensamiento que trata de evitar Jesús con sus propios apóstoles. En nuestro Evangelio de hoy los apóstoles vuelven de su misión exitosa.  Cuentan a Jesús con entusiasmo “todo lo que habían hecho y enseñado.” Y Jesús les dice, “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco.” Estas palabras revelan otro marca de identificación de un Buen Pastor: Conocer y anticipar las necesidades de los de quien somos responsables de su bienestar.

En el mismo Evangelio de hoy, Jesús reconoce la multitud que le siga; gente “como ovejas sin pastor.” Y aunque sus apóstoles, en medio de su éxito de actividad; de misión; de enseñanza, no reconocían su necesidad de descanso; de retiro; de oración; de estar solo con Dios, Jesús sí reconoce estas necesidades de ellos: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco.”

Como los apóstoles de Jesús, nosotros como Cristianos necesitaremos a veces ser más activos construyendo el Reinado de Dios en nuestro mundo; más activos en nuestro liderazgo de la Iglesia de Jesucristo; más activos promoviendo la justicia y la paz. Pero a veces necesitaremos descansar “un poco”; a rezar; entrar en conversación íntima (pero muchas veces sin palabras) con nuestro Dios.

Jesús nos invita, siempre con su ayuda, de encontrar el equilibrio. Creo que es verdad no sólo para los sacerdotes como yo, o para los religiosas y religiosos, o para los laïcos de la Iglesia en ministerio activo. Es verdad creo para todos nosotros.  El activismo casi sin oración, al mejor, hace de nosotros buenos trabajadores sociales. Al peor, este estilo de vida pone en peligro nuestra fe; nuestra relación con Dios. Al revés, la soledad sin comunidad; sin actividad; sin elemento de justicia social es igualmente peligrosa para nuestra fe.

Pero si encontramos el equilibrio podemos ser líderes y, sí, pastores al imagen de Jesucristo el Buen Pastor en nuestra Iglesia y en nuestro mundo. A la pregunta, ¿“Estás aquí”? poderemos confiadamente decir no “sí pero” sino ¡“Sí”!

¡Sí, actuamos para la paz; la justicia social: Valores de importancia suprema del Reinado de Dios! ¡A la vez sí, estamos tan vivos en nuestra oración, medio en que podemos conocer intimamente la voz de Jesús, nuestro Buen Pastor; en que podemos gozar de la soledad con nuestro Dios! Firmamente y con un sentido más profundo que sobre cualquiera cartelera en el autopista, podemos responder: ¡“Sí, estamos aquí”!

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